jueves, 9 de mayo de 2013

Testimonio ejemplar de las primeras comunidades cristianas.


¿Cómo eran las primeras comunidades cristianas? Encontramos en los Hechos de los Apóstoles una descripción del estilo de vida de los primeros cristianos:

“Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones…los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar”. (Hch 2,42-47).

Además fueron tiempos difíciles, pues eran perseguidos, encarcelados, llevados a la muerte, pero nada les detenía para anunciar a Jesucristo, pues estaban llenos del Espíritu Santo.

¿Cómo son actualmente nuestras comunidades cristianas? ¿Qué tan lejos o cerca estamos de asemejarnos a la Iglesia en sus inicios?
Sin duda, que cada época tiene sus propios retos para la Iglesia, pero no se puede sacrificar lo esencial.

Es por eso que hoy más que nunca urgen cristianos que conformen comunidades en donde se viva el auténtico espíritu cristiano y sean una luz para el mundo.
Urgen cristianos que vivan su fe con alegría, perseverancia y valentía, como los primeros discípulos.

Alegría para testimoniar su fe, contra toda apatía e indiferencia; pera no dejar enclaustrada la fe sólo en el templo, sino vivirla en todos los ámbitos, superando toda dicotomía entre el ser y el que hacer, entre la fe y la vida.

Perseverancia para dejar de ser solo cristianos eventuales, que solo acuden esporádicamente al templo por cumplimiento (cumplo y miento); que no se conformen con una educación cristiana presacramental.

Valientes, para no ceder a la mundanización y secularismo; para no sacrificar nuestros principios y valores, pretendiendo hacer una “Iglesia Light”, en pro de una falsa modernización.

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