La
Iglesia Católica se ha empeñado en generar un movimiento ecuménico, buscando la unidad de los
cristianos, basta recordar:
- el Decreto Unitatis Redintegratio, del Concilio Vaticano II, sobre el ecumenismo.
- la Carta Encíclica Ut unum sint, sobre el Empeño Ecuménico,
- y desde 1968 la celebración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, organizada de manera conjunta entre la Comisión “Fe y Constitución” del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos (de la Santa Sede), los días 18 al 25 de enero.
¿Por
qué este esfuerzo?, indudablemente porque Cristo llama a todos sus
discípulos a la unidad, sobre todo, cuando lamentablemente se vive la
división entre los cristianos, que es causa de
escándalo para el mundo, por eso la Iglesia se siente llamada a promover el
ecumenismo, buscando la unidad de los cristianos, y responder al llamado de
Jesús: “que todos seamos uno”.
Sin duda, el ecumenismo
fortalece la vida de los cristianos, pero también, es un testimonio de nuestra
apuesta por la unidad, que trasciende a la vida del hombre y de la sociedad. Es
un testimonio que anima a:
- vivir la unidad personal, mas allá de las dicotomías entre el ser y que hacer.
- Vivir la unidad familiar, como célula vital, que llegue a ser comunidad formadora de personas.
- Vivir la unidad en la diversidad como sociedad, en donde se genere esa sinergia por construir un mejor país, más allá de los intereses de unos cuantos.
Que los que nos llamamos cristianos
seamos testimonio de la auténtica unidad, que nos lleva a la fraternidad, y que
los no cristianos vean en este testimonio un luz para que más allá de cualquier
credo, busquemos y trabajemos por la paz y la unidad de nuestro mundo.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
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