El pasado 8 de enero se dio
a conocer el mensaje del Papa Benedicto XVI, con ocasión de la XXI Jornada
Mundial de los enfermos a celebrarse el 11 de enero.
En nuestros días el tema de la salud, se ha
complicado, da “miedo enfermarse”, no solo por el hecho mismo de perder salud,
sino por lo que cuesta tratarse.
Además, dentro de la lógica del mundo, en donde la persona aparentemente
vale por lo que hace o produce, el enfermo pasa a ser incomodo o una carga para
algunos, o simples clientes para otros. Pero desde la realidad misma del
enfermo, es una cuestión existencial en donde se pregunta no solo el ¿por qué
de la enfermedad?
sino el ¿para qué?.
La visión de la Iglesia nos ofrece no solo el
consuelo sino el sentido del sufrimiento humano, hoy el Papa nos invita a
hacernos cercanos con el enfermo; al menos en su mensaje hace un triple
llamado:
1º. Reconocer a Cristo en el rostro de los enfermos.
2º. Imitar al Buen Samaritano: “Anda y haz tú lo
mismo”.
3º. Entender el sentido del sufrimiento humano a la
luz del misterio de la Cruz.
Por eso, la importancia de esta jornada, pues es “un momento fuerte de
oración, participación y ofrecimiento del sufrimiento para el bien de la
Iglesia”, ayudando a las personas
enfermas a valorar el sufrimiento desde el punto de vista humano y espiritual.
Y los que tenemos salud, que la cuidemos, no vaya a pasar que en
nuestro afán por este mundo material: perdamos la salud para tener dinero y
luego perdamos el dinero para obtener salud.
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