01 de marzo de 2019, San Francisquito, Qro.
La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.34
Como bien sabemos, con el miércoles de ceniza (6 de marzo) comenzamos el tiempo de la cuaresma. Es un tiempo para hacer que nuestro corazón vuelva a latir con mayor fuerza con el latir de Jesús.
Si miramos la realidad que vivimos, nos damos cuenta que hay muchos corazones afligidos por los problemas familiares, económicos, sociales; hay muchas tentaciones que hacen que se nos parta el corazón: divorcios, violencia, pobreza, infidelidades, mentiras, estafas, engaños, e incluso, nuestra fe se debilita, pues nos alejamos de Dios, y es muy fácil caer en las garras de los “falsos profetas” que dicen tener todas las soluciones. Recuerdo las palabras del Papa Francisco que nos dice, a propósito del miércoles de ceniza: “detente, mira y vuelve”.
Detente: hay que hacer un alto y dejar de correr sin sentido; vivimos “a las carreras”, parece que “no tenemos tiempo para lo realmente importante”. No hay tiempo para la familia, aunque decimos que todo lo hacemos por la familia, pues no hay diálogo, verdadera convivencia, momentos para escucharnos y compartir la vida. Se vive dispersamente, agobiados por las cargas de día a día, y perdemos el sentido de la existencia.
Mira: se va perdiendo la capacidad de detenernos a mirarnos y dejarnos sorprender por quienes amamos. Hay que poner nuestra mirada en la familia, como primer santuario; mirar a los hijos, como bendición de Dios; mirarse como esposos, para reavivar su amor, mirar a los abuelos cuyos “rostros son portadores de la memoria viva de nuestros pueblos”.
Vuelve: a Dios, reforzando nuestra fe, como católicos no solo que se acercan, sino participan activa y vivamente, en un continuo encuentro con Jesús, a través de los sacramentos y más aún, de los hermanos, sobre todo los más necesitados.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
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