domingo, 2 de diciembre de 2018

5 PROPUESTAS PARA VIVIR EL ADVIENTO

30 de noviembre de 2018, San Francisquito, Qro.

Boletín Parroquial Missio, n.31

Bien sabemos que el Adviento es un tiempo especial para prepararse a la celebración de la Navidad, en otras palabras, es un tiempo para disponernos a recibir con gran alegría a Nuestro Señor Jesucristo y permitir que nazca en nuestro corazón y en medio de nuestras familias. 
Como en toda gran fiesta, siempre son importantes los preparativos, precisamente para que todo salga bien y se pueda disfrutar de la fiesta. Con mayor razón, cuando de la fiesta que hablamos es la del nacimiento del mismo Dios, del Niño Jesús. Entonces ¿cómo tendrían que ser los preparativos o cómo tendríamos que vivir el adviento, bajo este espíritu de preparación?. He aquí 5 sugerencias:
  1. Adornando el alma:
En este tiempo, surgen los adornos navideños: el árbol de Navidad, la estrella de Navidad, las esferas, las series de luces, la corona de adviento, el pesebre, nacimiento o Belén, y lamentablemente otra serie de adornos que más bien la mercadotecnia nos ha vendido, como el Santa Claus, los renos, que nada tienen que ver con la Navidad, mucho menos con el nacimiento de Jesucristo; hay que estar atentos para que privilegiando lo importante no se caiga en lo superfluo, y que en verdad, todos los adornos y luces en nuestra casa (ventanas, puertas, interiores y exteriores) sean para recibir al niño Jesús.
Que todos estos signos, sean reflejo del verdadero espíritu navideño, que consiste en preparar el interior de cada uno para que sea el mejor de los pesebres, y Jesús nazca en nuestro corazón. Que importante es adornar nuestra persona con virtudes, por ejemplo, al poner el árbolito de Navidad, que cada esfera que coloquemos sea signo de una buena obra del día, si al final del adviento no hicimos obras buenas, nuestro árbol se verá sin esferas, como seco, como muerto; y no hubo una sincera preparación. Se podrán poner un sin fin de luces multicolores, pero vivir en la más grande obscuridad. 
  1. Preparando el pesebre.
San Francisco de Asís, fue quien ignuró la hermosa tradición de los pesebres, nacimientos o belenes. Desde entonces muchas familias, se reúnen para seguir esta hermosa tradición y colocar el pesebre en sus hogares. Ojalá que en ningún hogar católico falte el "nacimiento", donde muchas veces se expresan pasajes bíblicos precisamente de la "historia de nuestra salvación", desde la creación de la humanidad hasta su plenitud que se da en Jesucristo, en el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Los "nacimientos" en los hogares, son una hermosa expresión de preparación de las familias para "dar posada" al niño Jesús; y recordemos que el mejor "pesebre" es el propio corazón de cada uno; hay que prepararlo, estando en gracia de Dios, para darle posada, es decir, recibir a quien es el Rey de reyes.
  1. En familia:
Sin lugar a dudas, estos preparativos de adviento, son una gran oportunidad para vivirlos en familia; para unirnos en un ambiente celebrativo, en donde cada uno participa, con sus dones; así como en las fiestas, habrá quien se encargue de la comida, otros de adornar, etc; así también para festejar al "cumpleañero", a Jesucristo, es importante que todos participen en los preparativos, se reúnan particularmente para hacer de cada signo: como la corona de adviento, o poner el "nacimiento", un momento familiar, en ambiente de gozo, de oración e incluso leyendo algunos pasajes bíblicos.
Que cada familia se convierta en una hermosa "Posada", es decir, en lugar privilegiado para recibir, festejar y compartir con las Sagrada Familiar, al niño Jesús, y que como los pastores de Belén junto con los ángeles cantemos: "Gloria a Dios en el cielo”
  1. En oración:
Así como el pueblo de Israel estaba a la expectativa, es decir, a la espera de la llegada del Redentor, ahora nosotros, que sabemos que con el nacimiento de Jesús, se cumplen las promesas de Dios, aclamamos ¡Ven Señor, Jesús!.
Este tiempo es para estar en "vela", en oración, uniendo esta esperanza ya cumplida con la aclamación gozosa de que ya "venga" que no "tarde", como cantamos "¡ven, ven Señor no tardes, ven, ven que te esperamos!". 
En este sentido, la "corona de adviento" nos ayuda como signo, a prepararnos sobre todo en oración, durante los 4 domingos de adviento, y sus días de las semana. Es loable, que en cada familia, se promueva la oración, ayudándose de la "corona de adviento", a través de la Palabra de Dios, del santo Rosario y sobre todo acompañados de la Virgen María, madre de Dios y madre nuestras.
  1. Preparando el regalo:
Así como cuando nos invitan a una fiesta de cumpleaños, y prevemos no sólo lo que nos vamos a poner, sino los que vamos a regalar, cabría preguntarnos ¿Si celebramos el nacimiento de Jesucristo, qué le vamos a regalar?. 
Este tiempo se acostumbran las ventas navideñas, aparecen un sin fin de ofertas para el regalo de Navidad, y en este consumismo, en el que nos "venden Navidad", lo único que importa es que "compremos", sin que tenga nada que ver con lo que realmente festejamos, es decir, a Jesús; es muy fácil, vaciar la Navidad y solo usarla de pretexto consumista.
Todo mundo habla de Navidad, y ni siquiera toman en cuenta al festejado; es como, ir a la fiesta, pero solo para "gorrear", vamos como de "colados", ni siquiera sabemos quién es el del cumpleaños, solo buscamos nuestro propio interés, por eso, ni siquiera regalo llevamos.
Hoy muchos llenan de regalos el "árbolito de Navidad", (como si fuera el "día del Árbol"), y se olvidan que es a Jesús a quien celebramos. Hacemos intercambios, ¡qué si el amigo secreto!, etc., pero al festejado, ni lo conocemos, ni los hacemos nuestro amigo.
¿Qué le podemos regalar al niño Jesús?. Jesús a largo de su vida, insistió en "hacer la voluntad de su Padre"; esto es precisamente lo que podemos regalarle: "hacer la voluntad de nuestro Padre", amándolo sobre todas las cosas y amando al prójimo como a uno mismo”.
Que los regalos materiales, sean pues, reflejo de este amor a Dios, a través del amor prójimo. Que se despierte, ese espíritu de generosidad (de dar regalos)  preparar un buen regalo, pero da manera especial, a algún hermano o familia que se vea necesitada por vivir en la pobreza o incluso en la miseria.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega

viernes, 30 de noviembre de 2018

"En el nombre del cielo...pido posada"

30 de noviembre de 2018, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.31


Se acerca la Navidad, donde celebramos el nacimiento de Jesucristo; la sagrada familia recorrió Belén pidiendo posada, sin encontrar un lugar digno para hospedarse y más aún, para dar a luz al Hijo de Dios.

Esta escena se repite hoy en nuestros días, no podemos permanecer indiferentes a tantos hermanos nuestros que cruzan nuestro país buscando mejores oportunidades de vida y de trabajo, y que gritan “en el nombre del cielo…pido posada”.

El fenómeno migratorio es algo que hemos vivido en carne propia, pues, cuantos de nuestro familiares han dejado casa para ir a buscar trabajo a otro país, con lo que ello conlleva, dejar a su familia, poner en riesgo su integridad, sufrir discriminación, hambre, etc. 

Ahora, nos toca ver pasar a “caravanas de migrantes”, que buscan una mejor vida; el fenómeno es complejo, podemos juzgar desde muchos ángulos, y encontrar posturas encontradas, sin llegar a una verdadera solución. 

Esta realidad nos insta en primer lugar a un acto de humanidad, no podemos negar un pedazo de pan al hambriento, no podemos negar hospitalidad al desprotegido, no podemos negar el ser solidarios; hoy muchas familias “piden posada”, no podemos permanecer indiferentes y solo ver pasar. 

Que esta navidad sea una oportunidad para ser más humanos, que podamos tener corazón para ser solidarios con los más necesitados, que podamos ofrecer “posada”.

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega



jueves, 1 de noviembre de 2018

ALÉGRENSE Y REGOCÍJENSE



1 de noviembre de 2018, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.30


“Alégrense y regocíjense”, es el título de la Exhortación apostólica “Gaudete et exsultate”, del Papa Francisco, una llamada a la santidad en el mundo actual.

Muchos pensamos que esa llamada a ser santos, no es para nosotros, solo para sacerdotes o consagrados; pero en realidad “Jesús nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”, todos estamos llamados a ser santos; los caminos son muchos, pero cada uno está llamado a encontrar su propio camino.

Ciertamente no somos perfectos, pero en medio de estas imperfecciones y caídas estamos llamados a seguir adelante y agradar a Dios.

Dice el Papa Francisco: “me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente, a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo” (GE n.7). “En el casado que ama y se ocupa de su esposo o de su mujer, o en el que es santo cumpliendo con honradez y competencia su trabajo al servicio de los hermanos” (GE n. 14).

La clave es discernir cuál es el camino preparado para nosotros; un elemento clave para discernir es el camino de la caridad, porque la santidad es la caridad plenamente vivida.

No olvidemos que hay medios de santificación que ya conocemos como:
  1. Los distintos métodos de oración
  2. Los preciosos sacramentos de la Eucaristía y la reconciliación,
  3. La ofrenda de sacrificios
  4. Las diversas formas de devoción
  5. La dirección espiritual, y muchos otros más.

Pero ahora solo quisiera centrarme en algunas notas de la santidad en el mundo actual que el Papa Francisco nos propone, que como expresiones espirituales no pueden faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama y alcanzar la santidad:

1. Estar centrado, firme en torno a Dios que ama y sostiene: “Desde esta firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos” (GE 112)

2. Alegría y sentido del humor: el santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor, no un espríritu apocado, tristón, agriado, melancólico… Ser cristianos es “gozo en el Espíritu Santo”.

3. Audacia y fervor: la santidad es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo. Un cristiano no puede permanecer indiferente, apático, mediocre ante lo que pasa a su alrededor. Jesús nos invita a no tener miedo, para llevar el evangelio a todas partes.

4. En comunidad: La santidad es un camino comunitario, de dos en dos. Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y misionera. “En contra de la tendencia al individualismo consumista que termina aislándonos en la búsqueda del bienestar al margen de los demás, nuestro camino de santificación no puede dejar de identificarnos con aquel deseo de Jesús: «Que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti» (Jn 17,21) (GE 146)

5. En oración constante: No podemos creer en la santidad sin oración, una oración aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos. Es un llamados a estar abiertos constante y habitualmente a Dios, que se expresa en la oración y en la adoración. Por eso el santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios.

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega

lunes, 1 de octubre de 2018

“El Evangelio de la Familia: Alegría para el mundo”


1 de octubre de 2018, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.29


El pasado mes de agosto se celebró el IX Encuentro Mundial de las Familias, en Dublín, Irlanda, el principal objetivo de estos encuentros es “celebrar el don divino que es la familia y reunir a las familias para rezar, dialogar, aprender, compartir y profundizar la comprensión del papel de la familia cristiana como Iglesia doméstica y unidad base de la Evangelización”; en esta ocasión el tema central fue “El Evangelio de la familia: alegría para el mundo”. Ha sido una gran riqueza para el mundo este encuentro, tal como lo expresó el Papa Francisco en su discurso durante el festival de las familias en el Croke Park en Dublín, el día 26 de agosto de 2018, Ahora, comparto 10 ideas centrales de dicho mensaje, y que resultan iluminadoras para todas las familias:

 1. Somos una sola familia en Cristo: “Nos reunimos para una celebración familiar de acción de gracias a Dios por lo que somos: una sola familia en Cristo, extendida por toda la tierra”.

2. Una familia en la que cuidamos de cada uno, porque Dios nuestro Padre nos ha hecho a todos hijos suyos en el bautismo.

3. Cada familia sea un faro: He querido que el tema de este Encuentro Mundial de las Familias fuera «El Evangelio de la familia, alegría para el mundo». Dios quiere que cada familia sea un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo.

4. El matrimonio cristiano y la vida familiar manifiestan toda su belleza y atractivo si están anclados en el amor de Dios.

5. El perdón: Gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana. 

6. En las familias necesitamos aprender tres palabras: “perdón”, “por favor” y “gracias”

7. Las redes sociales no son necesariamente un problema para las familias, sino que pueden ayudar a construir una «red» de amistades, solidaridad y apoyo mutuo: moderación y prudencia.

8. El amor y la fe en la familia pueden ser fuentes de fortaleza y paz incluso en medio de la violencia y la destrucción causada por la guerra y la persecución. El amor de Cristo, que renueva todo, es lo que hace posible el matrimonio y un amor conyugal caracterizado por la fidelidad, la indisolubilidad, la unidad y la apertura a la vida


9. La señal de la cruz: Es muy importante que los niños desde pequeños aprendan a hacer bien la señal de la cruz. Es el primer credo que aprenden: creo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta noche antes de irse a dormir, pregúntense, si le enseñan bien a sus hijos a hacer la señal de la cruz.

10. Los abuelos: Nuestras familias son tesoros vivos de memoria, con los hijos que a su vez se convierten en padres y luego en abuelos. De ellos recibimos la identidad, los valores y la fe. Una sociedad que no valora a los abuelos es una sociedad sin futuro.

Hoy mas que nunca es necesario anunciar “el Evangelio de la Familia”, ya cada familia es la alegría y esperanza de la Iglesia y del mundo.

Pbro. Saúl Ragoitia Vega

Párroco Divina Pastora 

sábado, 8 de septiembre de 2018

“No tengan miedo, abran las puertas a Cristo”.

8 de septiembre de 2018, San Francisquito, Qro.

Boletín Parroquial Missio, n.28


Este es el lema de nuestra Fiesta Patronal, queriendo centrar nuestra mirada en los adolescentes y jóvenes, a quienes hacemos esta invitación, a “abrir cada vez más las puertas de su vida a Jesucristo”.


Ya el Papa San Juan Pablo II, hacía esta invitación sobre todo a no “tener miedo”; y el Papa Francisco haciendo eco a este llamado, lo viene a hacer con más insistencia; pero ¿por qué tanta insistencia a los jóvenes a no tener miedo, a “abrir las puertas a Jesucristo”?

En muchos encuentros con los jóvenes el papa Francisco ha sido muy claro, y con su genialidad característica, y su sencillez, ha llegado al corazón de muchos ellos, a través de frases muy directas y provocativas, es decir, que nos hacen reflexionar y han motivado a muchos a replantearse su fe y poder darse la oportunidad de aceptar a Jesús en sus vidas, e incluso a seguirlo.

He aquí algunas de las frases, que te invito a ti, adolescente y joven a que reflexiones, puedan serte de utilidad para precisamente darte la oportunidad de hacer de Cristo, parte de tu existencia.
  1. “Me da tristeza ver un joven jubilado”, es que la juventud es un tiempo de grandes ideales.
  1. “Felices los que saben ponerse en el lugar del otro. Los que tienen la capacidad de abrazar y perdonar.
  1. “Son muy valiosos para andar por la vida como anestesiados”. Es penoso tanta juventud desperdiciada; toda esa fuerza, creatividad, imaginación, solidaridad tiene que despertar, por eso que importante es ofrecer espacios en donde los adolescentes y jóvenes puedan despertar y ofrecer todo ese potencias propio de ellos, para crecimiento propio y bien de los que los rodean.
  1. Queremos jóvenes con esperanza y con fortaleza, no cansados”. No queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están “ahí no más", no queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos, ¿por qué? Porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios, porque tienen un corazón libre
  1. “Sean amigos de Jesús”. Este es uno de los secretos más grandes del cristiano, el ser amigos de Jesús. La amistad es de los regalos más grandes que un joven puede tener y puede ofrecer. Qué difícil es vivir sin amigos. De las cosas más hermosas que Jesús dice: «Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre» (Jn 15,5). 
  1. “Busquen charlar con sus mayores, pierdan el tiempo en escuchar todo lo bueno que tienen que enseñarles”. Busquen charlar, aprovechen a escuchar la vida, las historias, los cuentos de sus mayores y de sus abuelos, que hay sabiduría allí.
  1. “Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nazca de haber conocido a Jesús”. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios, a quien conocí, es mi fortaleza
  1. “Jesús, enséñanos a soñar, a soñar cosas grandes, cosas que engrandecen el corazón.”
  1. “No tengan miedo, abran las puertas a Cristo”. Cuando abrimos las puertas de nuestro corazón a Cristo los temores, las dudas y la inseguridad desaparecen.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora





sábado, 1 de septiembre de 2018

"El que tenga oídos para oír que oiga"

1 de septiembre de 2018, San Francisquito, Qro

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.28

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Oír o escuchar no es lo mismo; en cierto sentido estricto de la palabra misma, se dice que oír hace referencia al sentido del oído y escuchar, no solo supone el oír, sino que además supone un acto de mayor atención y reflexión. 

En muchas ocaciones hemos escuchado la expresión “cuántas veces quieres que te lo repita?, parece que te entra por un oído y te sale por otro”. Con todo el ruido que hay a nuestro al rededor y el ruido interior, nos vuelve cada vez más irreflexivos y nos cuesta realmente escuchar.

¿Cómo saber escuchar la voz de Dios?¿cómo atender a su Palabra? Muchos católicos no sabemos escuchar su Palabra, es más, pocos tienen su Biblia y los que la tienen no la abren, menos la estudian. 

He aquí el gran reto, como tener oídos para oír la Palabra de Dios, les ofrezco tres sugerencias:
  1. Es importante ejercitarnos en el silencio. En el transcurso del día tenemos que darnos un tiempo para silenciar nuestro en torno y nuestro interior. Dejar de ver televisión, hacer a un lado el celular, apagar la música. Por decir, darse 30 minutos para recogerse y hacer un recuento del día, o planearlo, analizar las diversas realidades y tratar de preguntar ¿qué me dice Dios?
  1. Abrir la Sagrada Escritura. No buscar páginas al azar, sin que de manera continuada hacer una lectura meditada, aprender a hacer una lectura orante de la Palabra de Dios, lo que conocemos como Lectio Divina; algunos se ayudan con el misal, siguiendo las lecturas del día para la Santa Misa.
  1. Reunirse en familia. Aplicando las dos sugerencia anteriores, es vital, que la familia a prenda a escucharse, reuniéndose para platicar entre esposos con los hijos; es conveniente poder destinar un pequeño espacio en el hogar para tener un santuario en donde esté la Palabra de Dios siempre presente y que la familia la escuche y la medite, y deje que Dios mismo ilumine y de respuestas a las diversas realidades que vive la familia.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora
Voz del Párroco

miércoles, 1 de agosto de 2018

“El sentido de las fiestas patronales”

1 de agosto de 2018, San Francisquito, Qro.

Boletín Parroquial Missio, n.27


Dentro de nuestra vida religiosa, como católicos, encontramos muchas expresiones en donde se ve reflejada nuestra fe y nuestro amor por las “cosas de Dios”, entre ellas, sin lugar a dudas está la Celebración de la Santa Misa, que es fuente de donde nutrimos nuestra fe y culmen a donde llega toda la vida cristiana, junto con las celebraciones del año litúrgico, además hay que subrayar, otras grandes fiestas, como la fiesta patronal en honor a la Virgen María en su advocación de la “Divina Pastora”, así como la fiesta de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, la Virgen de Guadalupe, y la fiesta de San Judas Tadeo.

Al respecto ofrezco esta reflexión acerca del sentido de las fiestas patronales, iluminados por la “Guía pastoral para la digna y provechosa celebración de las fiestas patronales”, titulado “Celebremos la fiesta”, de D. Mario de Gasperin, obispo emérito de Querétaro.

1. En primer lugar, ¿qué son las fiestas patronales?: “son un acontecimiento que marcan en lo hondo y por mucho tiempo la vida religiosa de una parroquia, de una comunidad católica y de cada uno de los participantes” (cfr. 1) 

Por eso, como párroco, primer responsable, junto con quienes colaboran en la preparación, es para mi de gran interés el de preparar, celebrar y recoger los frutos y consecuencias de estas celebraciones. Es una oportunidad de hacer de las fiestas un gran acontecimiento evangelizador. 

2. ¿Qué entendemos por hacer de las fiestas un acontecimiento evangelizador? 

Es celebrar dignamente los misterios de la vida de Jesús, para que sea conocido, amado y celebrado con todo su esplendor para honrarlo. Además, queremos a travez de estas celebraciones dar respuestas, desde la fe, a las grandes interrogantes de la existencia. “Esta es parte de la sabiduría cristiana que recibe gracias a su fe , y que lo hace descubrir y experimentar la presencia salvadora de Dios, mediante la Santa Iglesia, la Virgen María y sus Santos” (cfr. 3)

Por tanto, toda fiesta patronal tiene sentido en cuanto que:
  1. Celebra el misterio de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
  2. Se le de primacía a las celebraciones litúrgicas.
  3. Se valore la riqueza de la piedad popular, siempre cultivada y purificada al punto que exprese la madurez y autenticidad de la fe de la Iglesia.
  4. Se valore como una oportunidad para evangelizar y vivir la liturgia.
  5. Se de un impulso desde la fe para:
    • Reforzar la convivencia fraterna
    • Incrementar la solidaridad,
    • Y lograr condiciones de vida más humanas y mas cristianas. (cfr. 5)
Teniendo presente todo esto, entonces podremos celebrar dignamente nuestras fiestas patronales con todas su expresiones.

3. ¿Cuáles son la grandes expresiones de nuestras fiestas y que se convierten en un acontecimiento evangelizador?

El novenario, la exposición solemne del Santísimo Sacramento (40 horas), las procesiones, Santo Rosario, las imágenes, la semana cultural, el gallo, la danza, la música, los fuegos pirotécnicos, las kermeses, etc., todas estas son expresión que ponen de manifiesto una comunidad en fiesta, y que a través de ellas puede expresar su participación activa y digna desde la fe. Por eso, hay que cuidar que cada una de ellas sean expresión de nuestro amor a Dios, a nuestra Iglesia, a cada uno de los miembros de la comunidad. 

Si no tenemos presente el verdadero sentido de la fiesta, tal como lo hemos descrito, solo será una simple tradición sin contenido y vacía. Somos un pueblo en fiesta, y nuestras fiestas patronales, nos tienen que ayudar a ser mejores personas y mejores cristianos, todo tiene que apuntar a crecer e nuestra fe, ciertamente, pero sobre todo a fortalecer la vida de la comunidad de manera solidaria, eliminando el egoísmo, el individualismo. Es una oportunidad de vivir la alegría de ser hijos de Dios. 

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora


“María: Vamos siguiendo su pasos”

1 de agosto de 2018, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.27


Queridas familias, al tener como patrona a la Santísima Virgen María en su ad-vocación de la Divina Pastora, es decir, como Madre de Jesucristo Buen Pastor, nos recuerda en primer lugar el gran amor que le tenemos como Madre de Dios y Madre nuestra; amor que se traduce en agradecimiento a Jesús, ya que estando en la Cruz, quizo dejárnosla como madre, al encomendarla al apóstol Juan diciéndole “he ahí a tu madre”.

Nuestra devoción es tan profunda, que como comunidad podemos identificarnos, sumamente marianos; pero ¿qué conlleva esta realidad?.
  1. La presencia de Santa María, es fundamental en la vida del Cristiano, pues es el modelo de amor hacia su Hijo, ella nos enseña, a amarlo y a seguirlo. Ser mariano es seguir a Jesús de la mano de María.
  1. Nos enseña a escucharlo y a cumplir la voluntad de Dios, tal como lo expresa “he aquí la esclava del Señor, hágase en mi su Palabra”; así también, ser mariano, es aprender a ser humildes para escuchar la Palabra de Dios y sobre todo ponerla en práctica.
  1. María es la mujer del silencio, y no porque no tenga nada que decir; por el contrario “todo lo guardaba en su corazón”, lo cual significa, su profunda mística, es decir, la capacidad de reflexionar y de contemplar los misterios de Dios. Tenemos que aprender a callar nuestros ruidos que muchas veces impiden escuchar la voz de Dios y afectan nuestra capacidad de asombrarnos ante la presencia amorosa de Dios en cada momento de nuestras vida.
  1. Es la Madre del Buen Pastor, que a imagen de su Hijo, nos acompaña en el camino, y como muchos lo expresan, “nos cubre con su manto”, para protegernos de todo mal: “no estoy yo aquí, que soy tu madre, la madre del Verdadero Dios por quien se vive”, le dice a San Juan Diego en el Tepeyac, garantizando su presencia, sobre todo en los momentos difíciles de la vida. Ella como el Buen Pastor, nos conoce, nos cuida, camina con nosotros, nos lleva por “verdes praderas”, nos conduce al manantial de la vida, sobre todo en le Eucaristía.
  1. María nos muestra al que es el Camino, la Verdad y la Vida, y nos invita a caminar con ella, a seguir sus pasos, precisamente, para llevarnos a su Hijo, tal como versa el canto: “eres Pastora Divina, eres Reina soberana, vamos siguiendo tus pasos, lucero de la mañana”. Ser mariano es seguir los pasos de María.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora
Voz del Párroco










domingo, 1 de julio de 2018

“HABLA SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA”

1 de julio de 2018, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.26


Todos somos llamados a hacer algo en nuestra vida. Si alguno decide ponerse al servicio de los demás por una razón más importante que sus preferencias personales, se dice que responde a una vocación. La vocación es una manera de vivir la vida, comprenderla y ordenarla como un servicio. Pero la llamada- origen de la vocación- no emana de la persona. Esta sólo puede recibirla y aceptarla libremente. La vocación es ser llamado, ser llamado por y ser llamado para. Esto requiere una escucha, una respuesta.

Para los cristianos, la llamada viene de Dios, de la Palabra de Cristo que invita a seguirle ya ser testigos en el mundo y en la historia. Todo cristiano- por su bautismo- está llamado a hacer de su vida una respuesta y un servicio. Las maneras de servir son múltiples según los tiempos y los lugares y la formas de llevarla a cabo.

El primer llamado es a la vida, y cualquiera que sea nuestra vocación, somos llamados a la santidad, a participar en la plenitud del amor de Dios, a amar y a se feliz y hacer felices a los demás. La santidad es una llamada universal dirigida por Dios a todos los bautizados. Esta vocación se recibe en el seno de un pueblo, llamado también por Dio en el transcurso de la historia. La santidad es una gracia ya dada que es preciso hacer fructificar con todos los esfuerzos que hacemos para engrandecerla con la fe y la caridad.

Entre los cristianos, algunos son llamados a consagrar su vida con un don total a Dios y al servicio de una misión como sacerdote, diácono, religioso o religiosa, laico consagrado... Es lo que se llama también vocaciones específica o vocaciones particulares.

En la Iglesia católica, el Servicio de las Vocaciones tiene por misión llamar a cada uno a que su vida se convierta en respuesta específica a la llamada de Dios, a despertar, mantener y ayudar al discernimiento de las personas que se plantean la cuestión de una vocación particular.

Toda llamada, a la vocación que sea, tiene como origen Dios y como fin la realización de la persona dentro de los marcos en los cuales se puede realizar mejor su afán de ser feliz y hacer felices a los demás.

Dios da a cada uno su propia vocación para contribuir al mejoramiento de esta sociedad en la que vive. Y su respuesta y exigencia consiste en dejarla mejor de lo que se la encontró cuando empezó sus pasos por ella. La vocación, pues, entraña una responsabilidad en el puesto que te toque ocupar en la sociedad y en la Iglesia.

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora

Voz del Párroco