1 de julio de 2017, San Francisquito, Qro.
Boletín Parroquial Missio, n.14
Nuestro
pueblo, es un pueblo peregrino, le gusta “caminar”, sobre todo a los santuarios
para encontrarse con Jesus y con la Virgen María; miles de peregrinos dedican
hasta semanas para agradecer, pedir, “pagar un manda” o simplemente por su fe y
amor.
Esta
expresión de fe de nuestro pueblo pone de manifiesto una verdad acerca de
nuestra Iglesia, somo “Iglesia Peregrina”, haciendo referencia a todos los
fieles que caminamos por este mundo a la Patria celestial, al cielo.
Veamos
algunas características de este peregrinar:
1. La
esperanza: es un caminar-peregrinar que pone su esperanza en la meta final que
es el Reino de los cielos. Esperanza que nos impulsa y alienta a enfrentar todo
tipo de obstáculos, sabiendo que es Jesús mismo que nos acompaña y sotiene,
pues Él es el “camino”, que nos guía por la verdad y la vida.
2.
Caminamos juntos, no vamos solos, es el sentido
de comunidad ¡ay de aquel que camine solo, pues cuando tropiece no habrá quien
lo levante!.
3.
Caminamos escuchando, como los peregrinos de
Emaús, a quienes Jesús les explicó todo lo que las escrituras decían acerca de
Él; no puede faltar la Palabra de Dios en nuestro caminar, pues es luz que
ilumina el camino más oscuro, y que nos ayuda a no tropezar.
4.
En oración y canto, como diálogo de encuento
cotidiano con quien sabemos que nos acompaña en nuestro peregrinar.
5.
Alimentándonos, tal como se expresa en la
procesión cuando comulgamos en misa, (no es hacer “fila”); es una verdadera
expresión de nuestro peregrinaje, donde somos alimentados con el “pan del
cielo”, para resistir la tentación y vernos libres del mal. La Eucaristía
verdadero alimento que nos sostiene, sobre todo en los caminos más agrestes de
la vida.
6.
En solidaridad, ya que no podemos ser
indiferentes con el que camina a mi lado, mucho menos con el que se encuentre
tirado a la orilla del camino, recordemos al Buen Samaritano, excelente
expresión de nuestro caminar solidario (no solitario).
7.
Como testigos, ya que nuestro paso no solo tiene
que dejar huella, sino que tiene que ser un paso alegre, decidido, firme y
vigoroso, pues somos portadores de una gran noticia, es decir del Evangelio
mismo, pues somo testigos; de tal manera que por donde quiera que pasemos
dejemos la dulce fragancia de la presencia de Dios, recordemos que fuimos
ungidos con el santo crisma “perfumado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario