domingo, 16 de diciembre de 2012

“¡HAN SECUESTRADO A LA NAVIDAD!”


“¡HAN SECUESTRADO A LA NAVIDAD!”
2 de diciembre de 2012
Ya con mucha anticipación, los escaparates de las tiendas se llenan de innumerables artículos “navideños”, empieza el “espíritu navideño” (o más bien, la euforia del consumo), y nos enrolamos en un ambiente en donde se compra y vende navidad. La sociedad proclama la navidad no precisamente para celebrar lo que significa: “el nacimiento del Hijo de Dios”; celebra todo, menos lo importante. Nos han secuestrado la navidad. Se han aprovechado de tan grande celebración para hacer de las suyas, y ponerla bajo la perspectiva económica, pues se ha endiosado al dinero.

En cambio, la Iglesia nos invita a prepararnos ante tal acontecimiento, a través del Tiempo del Adviento, que es un tiempo de preparación y conversión. Es un tiempo que se enmarca en cuatro domingo previos a la navidad, con una temática que nos va llevando de la mano para la vivencia interior y crecimiento espiritual.

Si vemos la oración colecta de la misa, de cada uno de estos domingos de adviento, es clara la propuesta de preparación, a decir:

1er. Domingo de Adviento: Vivir las obras de misericordia, “…despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la venida de Cristo con la práctica de las obras de misericordia…”

2º. Con sabiduría: “…Que nuestras responsabilidades terrenas no nos impidan, Señor, prepararnos a la venida de tu Hijo, y que la sabiduría que viene del cielo, nos disponga a recibirlo y a participar de su propia vida…”

3º. Con gozo (pues es el domingo del “gaudete”). “Mira, Señor, a tu pueblo que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo, y concédele celebrar el gran misterio de nuestra salvación con un corazón nuevo y una inmensa alegría…”

4º. Para llegar a la resurrección: “Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección”.

         No permitamos que nos arrebaten y secularicen nuestras celebraciones, hay que prepararnos con el espíritu del adviento que nos marca la liturgia, y además, cultivando el ahorro, la austeridad, la vida interior, la oración,  y fortaleciendo la unidad familiar.

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega

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