01de octubre de 2019, San Francisquito, Qro.
La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.41
En medio de las dificultades, de los problemas personales, en el trabajo, en la familia, ya sean económicos, morales o espirituales, por enfermedad, etc., siempre buscamos respuestas, aunque muchas veces no hacemos la pregunta correcta, preguntamos por qué? Y no para que? Y nos dejamos llevar por los impulsos y los sentimientos que muchas veces nos atormentan.
Recuerdo una frase del Padre Pío, ante estas y otras muchas situaciones no hay como “orar, esperar y no preocuparse”.
En efecto, la oración nos lleva a serenarnos a través del diálogo con Quien sabemos que nos escucha, podemos agradecer, ofrecer y hasta pedir, pero siempre ponernos en las manos de Dios diciendo “confío en ti”.
La esperanza, ilumina el alma, nos reconforta y nos lleva a esperar no solo posibles soluciones, sino sobre todo nos da la posibilidad de actuar, de pensar que es lo que en realidad nos toca hacer y lo que corresponde a Dios. Esperar nos alienta y fortalece.
Y no preocuparse, es lo más sanador, pues elimina esa tensión al no saber cómo actuar, qué pensar, qué decisiones tomar; no preocuparse nos ayuda a equilibrar nuestras emociones y poder descubrir la voluntad de Dios y saber cómo actuar.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
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