sábado, 1 de julio de 2017

“A los Jóvenes de la Parroquia”

1 de julio de 2017, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.14


Queridos jóvenes de nuestra parroquia, hace algunos meses el Papa Francisco a anunciado que el tema para el próximo Sínodo de los Obispos será el de los Jóvenes y lo ha expresado de una manera muy hermosa: “he querido que ustedes ocupen el centro de la atención porque los llevo en el corazón”.

Haciendo eco a esta voz, quiero expresar que también en nuestra comunidad parroquial ustedes “ocupen el centro de la atención, porque los llevo en el corazón”.

Como no tenerlos en el corazón, como los tienen sus padres, con esto manifestamos no solo nuestra preocupación por ustedes, sino nuestro amor.

Se que muchas cosas hay en su corazón y mente que les inquieta; se de todo a lo que tienen que enfrentarse en una sociedad como la nuestra, que muchas veces nos aturde por tanto ruido, se que pareciera que el futuro es incierto, que más que alentarnos, puede vaciarnos de sentido de la vida, ofreciéndonos modelos de ser, llenos de superficialidad; los medios de comunicación muchas veces nos distraen de lo importante y ejercen en nosotros tal influencia, que nos confunden y no nos dejan ver con claridad la verdad, los valores, nuestra fe.

Por eso, hoy quiero invitarlos a escuchar la voz de Dios, dejarse guiar por la acción del Espíritu Santo, no tengan miedo de acercarse y abrir su corazón a Jesucristo, les recuerdo que el es el camino, la verdad y la vida. En Él pueden encontrar todas las respuestas a sus interrogantes, la esperanza a su futuro, la razón de ser de la vida.

Se que Jesús está llamando a la puerta de tu corazón, no tengas miedo a abrirla y dejar que pase; ¡Atrévete a conocerlo!

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora.
La Voz del Párroco






"La Pastoral Urbana en nuestro Barrio"

    

1 de julio de 2017, San Francisquito, Qro.

Boletín Parroquial Missio, n.14

    
    Nuestra Parroquia se encuentra ubicada en el centro de la ciudad, y su característica fundamental la describimos de una manera tan esencial que lo conocemos como el Barrio de San Francisquito.

En efecto “somos barrio”, pero como tal, y ante el crecimiento de la urbe, enfrentamos nuevas realidades, tal como las describe el Documento de Aparecida, de la Conferencia Episcopal Latinoamericana: 
“La ciudad se ha convertido en el lugar propio de nuevas culturas que se están gestando e imponiendo con un nuevo lenguaje y una nueva simbología. Esta mentalidad urbana se extiende también al mismo mundo rural. (510) En el mundo urbano, acontecen complejas transformaciones socioeconómicas, culturales, políticas y religiosas que hacen impacto en todas las dimensiones de la vida. Está compuesto de ciudades satélites y de barrios periféricos.(511) En la ciudad, conviven diferentes categorías sociales tales como las élites económicas, sociales y políticas; la clase media con sus diferentes niveles y la gran multitud de los pobres. En ella coexisten binomios que la desafían cotidianamente: tradición-modernidad, globalidad-particularidad, inclusión-exclusión, personalización-despersonalización, lenguaje secular-lenguaje religioso, homogeneidad-pluralidad, cultura urbana-pluriculturalismo (512).
De esta realidad surge la necesidad de buscar nuevas formas a través de las cuales podamos hacer llegar el Evangelio a todos, con un nuevo ardor, es por eso, que hemos iniciado una Pastoral Urbana, que nos ayude como barrio, a hacer que en cada casa, en cada familia, brille la luz de la Buena Noticia de Jesús.
Como barrio, tenemos muchas posibilidades, pues este sentirme del barrio, habla de identidad, de arraigo, de tradición, de piedad, de gran fe, que aunque el mundo urbano avanza con muchas  transformaciones, como riqueza y a la vez como peligro, subyace la identidad de barrio; esta es nuestra fuerza y nuestra oportunidad para construir la Iglesia en las casas, desde las casas y con las familias. 
Desde la conformación de las Pequeñas comunidades, la pastoral de los enfermos, la atención a los ancianos, la piedad popular, los concheros, las tradiciones, los indígenas, los comerciantes, los artesanos, sobre todo nuestros adolescentes y jóvenes, la catequesis en los hogares, la celebración de la fe en las calles, etc. 
Y todo esto con el espíritu de Discípulos misioneros, a través de la Gran Misión Parroquial, desde la Pastoral Urbana en nuestro Barrio.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco de la Divina Pastora

Iglesia Peregrina


1 de julio de 2017, San Francisquito, Qro.

Boletín Parroquial Missio, n.14


Nuestro pueblo, es un pueblo peregrino, le gusta “caminar”, sobre todo a los santuarios para encontrarse con Jesus y con la Virgen María; miles de peregrinos dedican hasta semanas para agradecer, pedir, “pagar un manda” o simplemente por su fe y amor.

Esta expresión de fe de nuestro pueblo pone de manifiesto una verdad acerca de nuestra Iglesia, somo “Iglesia Peregrina”, haciendo referencia a todos los fieles que caminamos por este mundo a la Patria celestial, al cielo.

Veamos algunas características de este peregrinar:

1.   La esperanza: es un caminar-peregrinar que pone su esperanza en la meta final que es el Reino de los cielos. Esperanza que nos impulsa y alienta a enfrentar todo tipo de obstáculos, sabiendo que es Jesús mismo que nos acompaña y sotiene, pues Él es el “camino”, que nos guía por la verdad y la vida.

2.   Caminamos juntos, no vamos solos, es el sentido de comunidad ¡ay de aquel que camine solo, pues cuando tropiece no habrá quien lo levante!.

3.   Caminamos escuchando, como los peregrinos de Emaús, a quienes Jesús les explicó todo lo que las escrituras decían acerca de Él; no puede faltar la Palabra de Dios en nuestro caminar, pues es luz que ilumina el camino más oscuro, y que nos ayuda a no tropezar.

4.   En oración y canto, como diálogo de encuento cotidiano con quien sabemos que nos acompaña en nuestro peregrinar.

5.   Alimentándonos, tal como se expresa en la procesión cuando comulgamos en misa, (no es hacer “fila”); es una verdadera expresión de nuestro peregrinaje, donde somos alimentados con el “pan del cielo”, para resistir la tentación y vernos libres del mal. La Eucaristía verdadero alimento que nos sostiene, sobre todo en los caminos más agrestes de la vida.

6.   En solidaridad, ya que no podemos ser indiferentes con el que camina a mi lado, mucho menos con el que se encuentre tirado a la orilla del camino, recordemos al Buen Samaritano, excelente expresión de nuestro caminar solidario (no solitario).


7.   Como testigos, ya que nuestro paso no solo tiene que dejar huella, sino que tiene que ser un paso alegre, decidido, firme y vigoroso, pues somos portadores de una gran noticia, es decir del Evangelio mismo, pues somo testigos; de tal manera que por donde quiera que pasemos dejemos la dulce fragancia de la presencia de Dios, recordemos que fuimos ungidos con el santo crisma “perfumado”.