HOMILIA
Profesión perpetua
Hijas de la Sma. Virgen Inmaculada de Lourdes,
Terciarias Franciscanas
Les saludo a todos fraternalmente en nuestro Señor Jesucristo, en nombre de Ntro. Sr. Obispo D. Fidencio López Plaza, quien me ha enviado para presidir esta celebración eucarística, como Vicario Episcopal para la Vida Consagrada, de esta Diócesis de Querétaro, y me ha pedido que les haga llegar su oración y bendición especialmente a las Hermanas Hijas de la Sma. Virgen Inmaculada de Lourdes, a su superiora general Hna. Susana Becerra Laguna, a mis hermanos sacerdotes, al Sr. Cura Javier Bocanegra, Párroco de esta Parroquia de San Juan Bautista, a todos los fieles aquí presentes y a las familias que desde sus hogares celebran esta santa eucaristía a través de las plataformas digitales.
Con gran alegría celebramos la profesión perpetua de la Hna. Ana Ma. Torres Méndez y de la Hna. Erika María Reyes Baltodano, Hijas de la Sma. Virgen Inmaculada de Lourdes, Terciarias Franciscanas, en esta hermosa liturgia que celebra la Asunción de la Virgen María.
La Palabra de Dios que hemos escuchado, nos revela la belleza de este hermoso misterio de nuestra fe, que proclama cómo la Virgen, Madre de Dios, ha sido llevada al cielo, y que “ella es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada”. Y nos muestra el camino al cielo.
El Apocalipsis nos presenta a María “la mujer vestida de sol”, a punto de dar vida, en fiero combate con la bestia (el dragón), y logra escapar con su hijo y obtiene una victoria que llena de esperanza. Pues dio a luz un hijo varón, Jesucristo, el que ha de pastorear a todas las naciones, en quien todos serán vivificados, pues a vencido a la muerte con su resurrección y reinará por siempre (nos enseña San Pablo a los Corintios)
La fiesta de la Asunción es la manifestación de que el Reino de Dios se construye con los humildes y con los sencillos, con la “esclava del Señor”. Por eso María, es “Bendita entre las mujeres y bendito el fruto de su vientre”.
Esta festividad nos invita a entonar el canto del Magnificat cada día, para proclamar cómo la mano poderosa de Dios se hace real y concreta en la mano débil, frágil, temblorosa de cada ser humano. Nos mueve a poner nuestra esperanza y fortaleza no en nuestras pobres fuerzas, sino en la fuerza de “El que todo lo puede”.
María es la mujer que nos enseña a ser sencillos, a saber escuchar, a hacer la voluntad de nuestro Padre, a proclamar la grandeza del Señor, a alegrarnos en Dios nuestro salvador.
En esta alegría en Dios nuestro salvador, y contemplando este misterio de la Asunción de María, como lo hemos reflexionado, seremos testigos de la entrega generosa de dos de nuestras hermanas, que siguiendo las huellas de nuestra Madre Santísima y respondiendo al llamado del Señor, han decidido servir fielmente a Jesucristo, como su Esposo y a la Santa Iglesia.
Expresarán públicamente su intención de consagrarse íntimamente a Jesucristo con el vínculo de la profesión perpetua, abrazando y guardando para siempre su vida de perfecta castidad, obediencia y pobreza; siguiendo el Evangelio y guardando la Regla de su familia religiosa para vivir firmemente el perfecto amor a Dios y al prójimo, donándose generosamente en el servicio al pueblo de Dios, de la mano de la Santísima Virgen María Inmaculada.
Llamadas a ser Esposas de Cristo
Cristo al fundar la Iglesia su Esposa, la amó con tanto amor, que se entregó a sí mismo por ella, para santificarla con su sangre; y hoy su amor de Esposo, sigue latiendo al llamar con predilección y según su corazón a algunas de sus hijas para ser elevadas a la dignidad de esposas suyas.
Ser esposa de Cristo, es un don precioso, pero también una tarea ardua que exige un gran compromiso y entrega, que bien sabemos, no se podría vivir, si no es por la fuerza del Espíritu Santo, por eso en la Bendición solemne o consagración de las profesas, suplicamos a Dios Padre “que envíe sobre sus hijas el fuego del Espíritu Santo, para que alimenten la llama del propósito que Él mismo suscitó en sus corazones”.
Hoy inician en su vida consagrada un camino, en este sentido el Papa Francisco nos dice que hoy la Vida Consagrada se comprende caminando: “Se comprende consagrándose cada día. Se comprende en el diálogo con la realidad. Cuando la vida consagrada pierde esta dimensión de diálogo con la realidad (de compromiso con la realidad) y de reflexión sobre lo que sucede, empieza a hacerse estéril. No dejen esto. Siempre la vida consagrada es un diálogo con la realidad”.
Este caminar, se convierte en un caminar como esposas de Cristo -quien es el camino-; es “caminar juntos”, haciendo que resplandezca el fulgor del bautismo y sobre todo la inocencia de vida: que se expresa con el estilo propio de la castidad íntegra, de la pobreza alegre y de una obediencia generosa. Caminar agradando en todo a Dios con su humildad y sirviendo con gran ánimo al pueblo de Dios. Unidas a Cristo su Único Esposo, tal como se expresa a travez de las insignias que hoy les serán entregadas: el anillo, como señal de que eres esposa del Rey Eterno: viviendo siempre con fidelidad a tu Esposo y con gran alegría en la vida diaria. Y la corona de flores como símbolo de su entrega total al Rey Eterno.
Es un camino de amor, que se expresa también en su amor a la Santa Madre Iglesia, viviendo la caridad; es un amor sobrenatural que se extienda a todos los hombres
Este amor esponsal nos recuerda a todos la esperanza de poder conseguir los bienes del cielo, y algún día poder participar de las bodas celestiales. Recordemos las palabras del venerable Padre Francisco Gattola “Las exhorto a unirse a su Esposo y tesoro que se quiere donar a ustedes en este día de su consagración, cuál Esposo fiel para la vida eterna”.
Pedimos a nuestra madre Santísima, Ntra. Sra de Lourdes, que interceda por nosotros y que nos acompañe en nuestro caminar para poder realizar la obra de Dios que hoy se embellece con la consagración de nuestras hermanas.
Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe
San Juan del Río, Querétaro 14 de agosto de 2021
Vísperas de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Vicario Episcopal para la Vida Consagrada
Diócesis de Querétaro