1 de noviembre de 2018, San Francisquito, Qro.
La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.30
“Alégrense y regocíjense”, es el título de la Exhortación apostólica “Gaudete et exsultate”, del Papa Francisco, una llamada a la santidad en el mundo actual.
Muchos pensamos que esa llamada a ser santos, no es para nosotros, solo para sacerdotes o consagrados; pero en realidad “Jesús nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada”, todos estamos llamados a ser santos; los caminos son muchos, pero cada uno está llamado a encontrar su propio camino.
Ciertamente no somos perfectos, pero en medio de estas imperfecciones y caídas estamos llamados a seguir adelante y agradar a Dios.
Dice el Papa Francisco: “me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente, a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo” (GE n.7). “En el casado que ama y se ocupa de su esposo o de su mujer, o en el que es santo cumpliendo con honradez y competencia su trabajo al servicio de los hermanos” (GE n. 14).
La clave es discernir cuál es el camino preparado para nosotros; un elemento clave para discernir es el camino de la caridad, porque la santidad es la caridad plenamente vivida.
No olvidemos que hay medios de santificación que ya conocemos como:
- Los distintos métodos de oración
- Los preciosos sacramentos de la Eucaristía y la reconciliación,
- La ofrenda de sacrificios
- Las diversas formas de devoción
- La dirección espiritual, y muchos otros más.
Pero ahora solo quisiera centrarme en algunas notas de la santidad en el mundo actual que el Papa Francisco nos propone, que como expresiones espirituales no pueden faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama y alcanzar la santidad:
1. Estar centrado, firme en torno a Dios que ama y sostiene: “Desde esta firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos” (GE 112)
2. Alegría y sentido del humor: el santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor, no un espríritu apocado, tristón, agriado, melancólico… Ser cristianos es “gozo en el Espíritu Santo”.
3. Audacia y fervor: la santidad es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo. Un cristiano no puede permanecer indiferente, apático, mediocre ante lo que pasa a su alrededor. Jesús nos invita a no tener miedo, para llevar el evangelio a todas partes.
4. En comunidad: La santidad es un camino comunitario, de dos en dos. Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y misionera. “En contra de la tendencia al individualismo consumista que termina aislándonos en la búsqueda del bienestar al margen de los demás, nuestro camino de santificación no puede dejar de identificarnos con aquel deseo de Jesús: «Que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti» (Jn 17,21) (GE 146)
5. En oración constante: No podemos creer en la santidad sin oración, una oración aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos. Es un llamados a estar abiertos constante y habitualmente a Dios, que se expresa en la oración y en la adoración. Por eso el santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega