martes, 28 de noviembre de 2017

“LAS POSADAS”

28 de noviembre de 2017

Boletín Parroquial Missio, n.19


Las posadas son fiestas que tienen como fin, preparar la Navidad. Comienzan el día 16 de diciembre y terminan el día 24 de diciembre.

       Lo más importante de la Posada no es sólo su aspecto exterior, sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres para así poder vivirlas mejor.

       Los misioneros convocaban al pueblo al atrio de las iglesias y conventos y ahí rezaban una novena, que se iniciaba con el rezo del Santo Rosario, acompañada de cantos y representaciones basadas en el Evangelio, como recordatorio de la espera del Niño y del peregrinar de José y María de Nazaret a Belén para empadronarse. Las posadas se llevaban a cabo los nueve días previos a la Navidad, simbolizando los nueve meses de espera de María. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces como signo de las gracias que recibían aquellos que aceptaban la doctrina de Jesús, los aguinaldos.

        Las posadas, con el tiempo, se comenzaron a llevar a cabo en barrios y en casas, pasando a la vida familiar. Estas comienzan con el rezo del Rosario y el canto de las letanías. Durante el canto, los asistentes forman dos filas que terminan con 2 niños que llevan unas imágenes de la Santísima Virgen y de San José: los peregrinos que iban a Belén. Al terminar las letanías se dividen en dos grupos: uno entra a la casa y otro pide posada imitando a San José y la Santísima Virgen cuando llegaron a Belén. Los peregrinos reciben acogida por parte del grupo que se encuentra en el interior. Luego sigue la fiesta con el canto de villancicos y se termina rompiendo las piñatas y distribuyendo los "aguinaldos".

        Las posadas son un medio para preparar con alegría y oración nuestro corazón para la venida de Jesucristo, y para recordar y vivir los momentos que pasaron José y María antes del Nacimiento de Jesús. Debemos vivir las tradiciones y costumbres navideñas con el significado interior y no sólo el exterior para preparar nuestro corazón para el nacimiento de Jesús.

       Algunas personas te podrán decir que estas costumbres y tradiciones las ha inventado la gente para divertirse y los comercios para vender. Recuerda que hay mucho significado detrás de cada una y trata de vivir estas tradiciones con el sentido profundo que tienen. Así, el 24 de diciembre no solo será un festejo más, sino que habrás preparado tu corazón con un verdadero amor a Dios y a tu prójimo.

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco 
Parroquia de la Divina Pastoral

Boletín “Missio”

domingo, 26 de noviembre de 2017

¡Viva Cristo Rey!

26 de noviembre de 2017, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.18


El tiempo litúrgico culmina con la fiesta de Cristo Rey, y es precisamente eso “el culmen”, tal como lo expresamos con gran fe cuando cantamos “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey, que impere doquiera, triunfante su ley”, es decir, que lo aceptamos totalmente en nuestra vida, por eso oramos en el Padre Nuestro “hágase Tú voluntad”, y no “mi voluntad”. 

Jesucristo vino a establecer su Reino, y nos ha llamado a ser parte y no solo eso, sino que de manera activa, somos invitados a participar construyendo y extendiendo su reinado a todas partes, tal como se expresa en la plegaria eucarística Vb del Misal Romano (Edición 1991) “Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz”.
Esta es precisamente nuestra tarea, de ir construyendo su Reino, que ya está presente, y haciendo posible el poder vivir el “cielo desde suelo”, pues por el bautismo, al ser ungidos, somos constituidos reyes, no “para ser servidos, sino para servir”, por eso oramos: “danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana, inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido

El Reino de Dios, ya está aquí, con Jesucristo, somos parte de el, y llamados a construir, pero para entrar al Reino, se requiere ser como “niños”, no es un llamado a ser infantiles, sino ante todo es recuperar la pureza y la inocencia. Pureza de intención, en nuestras palabras, pensamientos, en la forma en que miramos; e inocencia, muchas veces mal entendida, como si quien es inocente fuera tonto, y no es así, quien vive la inocencia saca de su vida toda malicia; quien nos la quita es el pecado, que nos lleva a no hacer  la voluntad de Dios, sino lo que se nos pegue la gana, haciendo a un lado el reinado de Dios, y lo que impera, será entonces la “mentira, el odio, el libertinaje, la injusticia y la guerra”.


No podemos permitir que impere el mal, es el momento de proclamar a Cristo como nuestro Rey, recordemos que el mal que sufrimos no es por la maldad del malvado, sino por la apatía del bueno, esto lo entendieron bien nuestros mártires mexicanos, quienes dieron su vida por su fe, por su Iglesia, por el Reino, es el momento de levantarnos y trabajar por el reino y a una voz gritar: ¡Viva Cristo Rey!