La cuaresma es tiempo para "abrir la puerta de nuestro corazón al otro", es parte de la lógica de una nueva cultura del encuentro que el Papa Francisco ha venido insistiendo. Es un tiempo de descubrir que el otro es un don, y que su vida merece ser acogida, respetada y amada.
En su mensaje de Cuaresma 2017, el Papa Francisco hace una reflexión a la luz de la parábola del rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16,19-31), donde subraya la tragedia del pobre y el egoísmo del rico, cegado por la riqueza, lleno de vanidad por la opulencia y de soberbia que le impide mirar y escuchar, el rostro y el grito del débil necesitado, quién parece ser una molestia invisible al estar frente a su puerta.
La cuaresma que inicia con el miércoles de ceniza es la oportunidad de un nuevo comienzo, es una llamada a la conversión, es volver a Dios de todo corazón; es un tiempo propicio para intensificar la vida del Espíritu a través del ayuno, la oración y la limosna, medios santos que nos propone la Iglesia; es tiempo para escuchar y meditar la Palabra de Dios que nos da la clave para saber como debemos comportarnos y alcanzar la felicidad y construir esta cultura del encuentro; es tiempo de:
- Abrir los ojos y ver el rostro de Cristo en el mas necesitado; no podemos cerrarlos, o hacer que no vemos lo que le sucede al hermano, o lo que es peor, enceguecernos por nuestro egoísmo e indiferencia, en donde solo nos miramos a nosotros mismos con gran vanidad, preocupados por la excentricidad del consumismo y la voracidad insaciable de lo superfluo, que nos impide compartir y vivir la generosidad compartida solidariamente con el otro.
- Abrir los oídos, ante el grito angustioso del que sufre; que nada opaque su voz; es necesario prestar oídos, aprendiendo a escuchar con delicada atención su voz muchas veces desgarradora por la gran necesidad que experimenta. Por escucharnos solamente a nosotros mismos, nos vuelve incapaces de escuchar y mucho menos de dialogar.
- Abrir la puerta del corazón al otro, como oportunidad no solo de acoger, de hacer pasar, de hacer sentir en "casa", sino como oportunidad de encontrarme a mi mismo en el otro, y poder formar un "nosotros"; es decir, hacer comunidad donde pueda construirse la paz. Que quien toque a nuestra puerta no pase desapercibido, no sea invisible, y mucho menos una molestia o una carga.
Que este tiempo de cuaresma escuchemos y meditemos la Palabra de Dios que nos mueva y nos de la fuerza, capaz de suscitar la conversión del corazón y orientar la vida nuevamente a Dios y atender a la invitación: "abre la puerta de tu corazón al otro”.
Pbro. Saúl Ragoitia Vega
Praeses Nacional
Obra Kolping México