1 de febrero de 2018, San Francisquito, Qro.
La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.21
Queridas familias, ya estamos próximos a celebrar el tiempo de la Cuaresma, que como bien sabemos comienza con el miércoles de ceniza, como preparación para la Pascua; es un tiempo de gracia, en el que tenemos la oportunidad de crecer espiritualmente. Las prácticas cuaresmales, como el ayuno, la oracion y la práctica de la solidaridad a través de la limosna, nos ayudan a una mejor vivencia de nuestra vida cristiana.
Les invito sobre todo, a aprovechar este tiempo, que no sea una Cuaresma más. El signo de la ceniza, como sacramental, nos abre el camino a la vivencia de este gran misterio cuaresmal, ya que dispone el espiritu a la reconciliación, a volver el rostro a Dios, sobre todo si lo hemos olvidado, o puesto en segundo lugar, por las preocupaciones de esta vida, es lo que se llama "matonoia", o conversión.
Quiero proponerles cinco formas de vivir este tiempo en familia:
1º Reconciliarnos: es tiempo del perdón, de pedirlo y darlo, de buscar estar en paz con quien hemos tenido alguna dificultad, con quien estamos resentidos o guardamos rencor, enmendar las faltas y ofensas a nuestro prójimo, pero ante todo confesarnos, buscar el sacramento de la reconciliación para encontrarnos con el amor misericordioso de Dios.
2º Crecer espiritualmente: a través de la oración cotidiana, sobre todo personal y en familia, participando en la Santa Misa, aprovechar los ejercicios cuaresmales.
3º Conociendo más nuestra fe: a través de la lectura asidua de la Biblia, Palabra de Dios, estudiando el carecimo de la Iglesia Católica, conocer más acerca de este tiempo de Cuaresma a través de los diversos recursos que nos ofrece el Papa, o e nuestra parroquia. Es importante dedicar tiempo para el estudio y la reflexión cotidiana.
4º Sacrificándonos: en esta cultura del bienestar, parece ser que el sacrificio no cabe, pero por el contrario, quien vive este valor, comprende mejor la belleza de la vida, como se dice: "lo que no cuesta no vale". Por eso vivir el ayuno y la abstinencia, nos cultivan en el sacrificio, es una manera de fortalecer la voluntad y dominar nuestros apetitos; es una forma de gobernarnos ante los impulsos y las tentaciones.
5º Solidarizándonos: este valor, es un fruto tangible de quién vive con integridad este tiempo, puesto que la solidaridad, sobre todo con el más necesitado, es la expresión de quién vive la fe y la pone en práctica. Vivamos sobre todo las obras de misericordia, ojalá que cada uno de los 40 días cuaresmales, sea una oportunidad para vivir la caridad, que no pase día en que no hagamos una obra buena, desde visitar a un enfermo, de compartir desde nuestra propia pobreza, de no desperdiciar, de ser buenos vecinos, de preocuparnos por nuestra comunidad, etc.
A todos les deseo una Santa Cuaresma.
Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Párroco Divina Pastora
Voz del Párroco