martes, 24 de octubre de 2017

"¿LA MUERTE ES SANTA?"

Razones por las cuales no se debe dar culto a la llamada “santa muerte”.

1. Quien no conoce a Dios ante cualquier piedra se arrodilla.

Es lamentable que aun entre muchos católicos, que al no conocer a Dios, fácilmente se dejen seducir por visiones equivocadas que aparentemente pueden resolverles la vida, darles salud, darles buenas vibras, o resolver una crisis económica. No conocer a Dios, lleva fácilmente a la idolatría.

2. Hay crisis de fe.

En el fondo de esta devoción, no es solo por la fragilidad humana y por las necesidades materiales, es ante todo por una crisis de fe. Al no haber una auténtica evangelización y catequesis sobre nuestra fe católica, y más aún, por heridas o desilusiones sufridas por anti testimonio de muchos católicos, se vive esta crisis.

3. Es un engaño.

Es una invención de quien se quiere aprovechar da la ignorancia y sobre todo de la necesidad de las personas; es un abuso ante la debilidad, el dolor, el sufrimiento, la fragilidad humana. Y de manera astuta recurren a elementos que son significativos y tienen un valor religioso y cultural y los mezclan provocando confusión entre la verdad y el engaño. Por ejemplo, utilizar los elementos católicos, como auto nombrarse “sacerdotes” quienes dirigen este engaño, vestir a la que llaman muerte, como a la virgen, utilizar elementos como el agua, aceite, veladoras, ofrendas de manera arbitraria y supersticiosa, así como de ritos y liturgias que habilitan a su conveniencia manipulando, confundiendo y engañando. 

4. Es una secta.

El “obispo” que dirige esta secta no esta ordenado sacerdote. No es una Iglesia. Muchos católicos que adoran a la “muerte”, se han separado de la Iglesia Catolica.

5. La muerte, no es una persona o un ser, o una deidad. 

Se ha pretendido dar a la muerte la categoría de un ser, se le personifica y reviste con formas calavéricas, como si fuese una deidad. La muerte es una realidad constitutiva de la condición humana y que marca el fin de la existencia en este mundo. Como cristianos se convierte en una pascua, es decir, en un paso inevitable que hay que dar para resucitar y llegar al cielo.

6. La muerte fue vencida y acabada.

Cristo al morir en la cruz, venció la muerte con su resurrección; quien cree en Jesus aunque muera vivirá, es lo que profesamos en nuestra fe. Por tanto la llamada “santa muerte”, ya está vencida y acabada. La muerte entró por el pecado, y solo será vencida por la gracia de Dios, expresada en el misterio de la Cruz, pasión y resurrección.

7. No es “santa”.

Es fácil confundirnos, cuando se habla de “santa muerte”, “muerte santa” y que podamos tener una “buena muerte”; hemos dicho que la muerte fue vencida por Jesus con su propia muerte y resurrección, dar categoría de santidad, es obvio que no aplica, resultaría contradictorio, cómo santificar algo que se ha venido a destruir. Volvemos a la misión de Jesus, vino no a santificar la muerte, sino a vencerla, a destruirla, para darnos vida, y vida eterna. La confusión radica, cuando hablamos de una “muerte santa”, que no es lo mismo que “santa muerte”. Ciertamente lo que pedimos al Señor que cuando el nos llame, y tengamos que morir, pueda ser en paz, en serenidad, en estado de gracia, como decimos ¡que nos agarre confesados!, 

8. Es una superstición.

El culto a la “santa muerte”, se a convertido en una superstición, pues se le han atribuido acciones mágicas, siempre y cuando se pueda retribuir con “mandas” y pagos, que te solicita la “muerte”, llegando incluso a condicionar el favor o peor aún, que pueda sufrir el enojo o castigo.

9. Se invocan las fuerzas del mal.

Dar culto a la “santa muerte”, es invocar las fuerzas del mal, es por eso, que incluso no solo se piden a la “muerte” favores aparentemente buenos, hay quienes piden el mal, solicitan favores con intereses malvados. Basta ver quienes son muchos de sus “fieles”. Es adentrarse en el camino del mal, y de esto se vale el demonio; se provoca un daño en el alma, se lastima la conciencia, se afecta la voluntad, provoca la muerte interior.

10. Conmemoración de los Fieles Difuntos

Los católicos celebramos la conmemoración de los fieles difuntos, es decir, ofrecemos oraciones por su eterno descanso y pedimos para ellos que Dios tenga misericordia de sus pecados y les sean perdonados para que puedan gozar de la vida eterna, a esta oración se le llaman sufragios, el mejor es ofrecer la Santa Misa.
Colocar el altar de muertos, es para recordarlos, siguiendo una larga tradición, pero nunca en sentido de dar culto a la muerte.

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega
Parroquia de la Divina Pastora
Párroco.

Fascículo “Conocer para creer”

24 de octubre de 2017

domingo, 1 de octubre de 2017

"Candil de la calle...y de mi casa también"

1 de octubre de 2017, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.17


En nuestros días la Familia se ve lastimada por innumerables ataques que hacen que, lo que la sociología ha llamado “célula vital de la sociedad”, se enferme afectando no solo a las personas, sino a la comunidad misma, recordemos la expresión a “familias fuertes, sociedad fuerte”, y al minarse la familia, por la mentalidad divorcista, las uniones libres, los intentos por paragonar las sociedades de convivencia como matrimonios, los atentados contra la vida, a partir de la mentalidad antinatalista, el aborto, los anticonceptivos, eugenesia, eutanasia, etc., se va debilitando la sociedad.

Sigue haciendo estragos el relativismo moral y el gris pragmatismo, que incansablemente el Papa Benedicto XVI a denunciado. Se pretende acusar a la Iglesia de anticuada y oscurantista, poco moderna y vanguardista, cuando no se ajusta a esta mentalidad que pretende relativizar la familia, el matrimonio y la vida, sacrificando su esencia y sus principios.

No podemos creer que ser moderno consiste en sacrificar los principios universales, para dar paso a concepciones equivocadas de la familia: de su origen (la unión de un hombre y una mujer que por amor deciden constituir por el matrimonio, con todos sus elementos, la comunidad íntima de vida y amor) y de sus fines (el amor conyugal y la transmisión de la vida).

Nuestra misión es que en cada hogar brille la luz de Cristo, que disipe todo tipo de obscuridad que entristece a la familia: la desunión, el divorcio, la violencia, las adicciones, la falta fe, etc., que cada una de nuestras casas sea un candelabro, por eso que bueno sería que cada quien se "candil de la calle... y de mi casa también".

Pbro. Lic. Saúl Ragoitia Vega.
Párroco Divina Pastora

Voz del Párroco