lunes, 28 de agosto de 2017

Escuchemos a los abuelos

28 de agosto de 2017, San Francisquito, Qro.

La Voz del Párroco, Boletín Parroquial Missio, n.15


El Papa Francisco señala: «No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones» (Sal 71,9). Es el clamor del anciano, que teme el olvido y el desprecio. Así como Dios nos invita a ser sus instrumentos para escuchar la súplica de los pobres, también espera que escuchemos el grito de los ancianos (cfr. Amoris Laetitia 191).

Esto es un llamado a todas las familias y a las comunidades a nos ser indiferentes y mucho menos a despreciar la vejez. Los ancianos son hombres y mujeres, padres y madres, que han caminado haciendo historia y de la cual nosotros somos parte, no pedemos hacerlos a un lado, “jubilarlos”, como si fuesen objetos desechables.

Hoy mas que nunca, ellos son nuestra memoria histórica, presencia de la gran experiencia de la vida, que nos pueden enseñar a vivir, con el consejo sabio, con la anécdota como enseñanaza de vida, con la palabra que nos recuerda de donde venimos y a dónde vamos.

Es importante sentarnos a escuchar al abuelo, que nos cuente de la vida, no importa que lo repita una y otra vez; sus historias pasadas iluminan nuestras historias presentes, y enseñan para las decisiones del futuro.

Los abuelos son garantía, muchas veces, de la transmisión de los grandes valores, es más, muchos son garantía de la iniciación a la vida cristiana de sus nietos.


San Juan Pablo II nos invitó a prestar atención al lugar del anciano en la familia ya que “sus palabras, sus caricias o su sola presencia, ayudan a los niños a reconocer que la historia no comienza con ellos, que son herederos de un viejo camino y que es necesario respetar el trasfondo que nos antecede. Quienes rompen lazos con la historia tendrán dificultades para tejer relaciones estables y para reconocer que no son los dueños de la realidad. Entonces, «la atención a los ancianos habla de la calidad de una civilización. ¿Se presta atención al anciano en una civilización? ¿Hay sitio para el anciano? Esta civilización seguirá adelante si sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos» (cfr. Amoris Laetitia 192).